“Nosotros, los que sufrimos la guerra, queremos la paz”: víctima del conflicto


Audelina decidió huir del conflicto armado y luchar por las víctimas en el Meta. 

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Meta es uno de los departamentos que ha convivido durante décadas con la presencia de actores armados. Guerrilla, paramilitares y bandas criminales al servicio del narcotráfico, han azotado constantemente a esta región.

Según el informe ‘Conflicto armado en el Meta y su impacto humanitario’, la región del Ariari se convirtió en el “centro de despliegue de los frentes 7, 26, 27, 40 y 43 de las Farc”. Además de contar con el mayor número de hectáreas con cultivos de coca a nivel departamental.

El municipio de Puerto López, conocido popularmente como “el ombligo de Colombia”, representa a una de las regiones en las que se formalizó la guerrilla de las Farc, quienes entre los años 70 y 80 expandieron su presencia en el llano.

Hasta allí, llegó Audelina Jaspe, huyendo del dolor que le causó el asesinato de su primer esposo, a manos de grupos paramilitares. Esta mujer, oriunda de Trinidad (Casanare), encontró en su propia historia de vida la fuerza para luchar por los derechos de muchas víctimas del conflicto en esta región del Meta.

Ella empezó a trabajar como presidente de la junta de acción comunal de su comunidad y se convirtió en la voz de quienes más lo necesitan. Sin embargo, su trabajo empezó a generar disgustos entre los diferentes grupos armados de esta zona, razón por la cual varias veces fue amenazada de muerte. 

Cuando vino la arremetida paramilitar me amenazaban de muerte, pero nunca me callé, siempre los confronte 

Audelina asegura que a pesar de las intimidaciones que sufría siempre se mantuvo firme en sus convicciones. Aunque eso representara vivir con miedo e incertidumbre, jamás se planteó dejar su labor en Puerto López.

Ella manifiesta que jamás olvidará el día en que una llamada telefónica salvó su vida. Mientras trabajaba en una finca, un hombre perteneciente a un grupo paramilitar llegó con la misión de asesinarla. “Me salve porque cuando él sacó la pistola para matarme, yo me senté. Él me dijo: “¿por qué se sienta?” y yo le respondí: “como me va a matar, para que el golpe no sea tan duro”. En ese momento a él le entra una llamada a su celular; salió corriendo, se metió en la camioneta y se fue. Esa llamada me salvó la vida”. 

La valentía de uno, el no quedarse callado, eso es algo que al delincuente lo acobarda 

A pesar de haber estado tan cerca de la muerte, esta experiencia impulsó a Audelina a seguir trabajando por los derechos de todas las víctimas. Hoy, ve con buenos ojos el futuro de Colombia y cree firmemente en que son los colombianos quienes deben tomar la decisión de sacar adelante al país.

Ella por su parte, seguirá trabajando todos los días por ayudar a las víctimas del conflicto de la región y asegura que estaría dispuesta a  brindarle su ayuda a un ex combatiente, pues cree que todos los ciudadanos debemos ayudar a quienes deciden reintegrarse a la vida civil.