'Ojo al Sancocho', el festival de cine que engrandece a Ciudad Bolívar


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Una de las localidades con mayor problemática social es el centro de la cultura y el arte en el sur de la capital colombiana.

El conflicto armado de nuestro país ha desplazado a millones de personas durante más de cinco décadas. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), durante el 2015 se registraron 224.000 nuevos casos de desplazamiento interno  (ver informe).

Por su parte, las estadísticas de la Unidad de Víctimas muestran que Bogotá es una de las ciudades que más desplazados ha acogido desde el año 2001. Muchos de ellos llegaron a habitar Ciudad Bolívar, la tercera localidad más grande de Bogotá que, actualmente, está integrada por grupos indígenas, campesinos y afrodescendientes, que luchan a diario por un sustento y quienes han encontrado en el arte una forma de escape.

"La idea del cine comunitario es intentar conversar y no convencer" 

Prueba de esto, es el Festival de Cine Comunitario ‘Ojo al Sancocho’, creado en el año 2008 con el objetivo “promover la democratización del acceso al arte audiovisual en el país”, según las palabras de Daniel Bejarano, uno de los creadores de esta muestra.

Él es uno de los millones de colombianos que tuvieron que sufrir en carne propia la violencia del país. A sus seis años, tuvo que presenciar cómo varios hombres irrumpieron en la iglesia a la que asistía con su madre y fue amedrentado con un arma, que le apuntaba en la espalda.

Daniel decidió seguir el camino de lo audiovisual y, estudiando cine, se dio cuenta de que una de sus pasiones era llevar el arte a las personas de escasos recursos. Así nació 'Ojo al Sancocho', que a través de dinámicas participativas logró reconocer diversas problemáticas que aquejan a diario a los habitantes de Ciudad Bolívar. Muchos niños deben enfrentar la escasez, la violencia intrafamiliar y el alcoholismo, entre otros.

Poco a poco, el festival empezó a tener reconocimiento y sus cortometrajes llegaron a Medellín, Río de Janeiro y Santiago de Chile, ciudades latinoamericanas que comparten las mismas preocupaciones socio-políticas de Bogotá. 

"Queríamos hacer un festival que reúna al pobre, al rico, al blanco, al negro, al indígena... por eso se llamó 'Ojo al Sancocho'": Daniel Bejarano

Además de impactar a los adultos, este festival se ha encargado de involucrar a niñas, niños y adolescentes en el mundo del arte, para alejarlos de la delincuencia y promover en ellos la educación y formación artísitica. Este el caso de Joel Chabarro, un pequeño de 13 años que sueña con ser director de cine y, desde ya, está dando los primeros pasos hacia su sueño. Él asegura que el cine comunitario le ha permitido vivir “una experiencia única, una forma de ver el mundo con un nuevo pensamiento”.

Joel es el director del cortometraje ‘Billy, Belly y la bala’, que relata cómo la guerra no solamente es un asunto de adultos; sino que también involucra a los niños.

Él sueña en grande. Su proyecto de vida es estudiar en la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de los Baños (Cuba) y ser un gran cineasta. Su intención es plasmar en sus piezas audiovisuales, profundas reflexiones sobre las realidades que vive la comunidad y  mostrar cómo el diálogo puede ser una solución a los problemas.

Otra muestra del talento que habita en Ciudad Bolívar es el documental 'NAR HEB - Nuestro Territorio', que en 2016 obtuvo el Premio India Catalina en la categoria de 'Mejor producción de canal comunitario'. Esta pieza audiovisual busca mostrar cómo viven los miembros de la comunidad indígena Wounaan, que llegaron a Bogotá luego de ser víctimas de desplazamiento, por causa del conflicto armado del país.

'Ojo al Sancocho' ha establecido alianzas con otros colectivos para poder llevar lo mejor del cine comunitario a todos los habitantes de Ciudad Bolívar. De esta forma, se construyó la sala de cine del barrio Potosí, que contó con la ayuda de los vecinos de la zona, quienes lograron adecuar este espacio para proyectar diferentes obras audiovisuales y divulgar el material que nace dentro de la misma localidad. "Nuestra intención es demostrar que las personas que vivímos en las periferias no servimos solamente como mano de obra; sino que, también, podemos construir arte", concluyó Daniel.