“Mi sueño es ser tan grande como Juan Valdez”: caficultor antioqueño


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Briceño es un municipio ubicado al norte del departamento de Antioquia. Allí, en la vereda El Turcó, Óscar Jiménez sueña con ser un reconocido caficultor y que su café siga cruzando fronteras.

 

Desde que era niño, Óscar le decía a su madre que cuando creciera iba a tener un cultivo de café. Sin embargo, la dura realidad que marcó el panorama antioqueño durante los años 90, lo llevó por otro camino.

 

Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), en el año 2005 se incrementó la tasa de homicidios registrados en el norte de Antioquia, por causa de los cultivos ilícitos y estructuras armadas al servicio del narcotráfico. (Ver informe ‘Diagnóstico Departamental Antioquia’).

 

Esta ola de violencia logró alcanzar a Óscar y su familia. “Soy una persona golpeada, con seis o siete familiares muertos, por culpa de la violencia y el narcotráfico”, asegura.

 

Este caficultor sembró durante quince años, junto a su hermano, la hoja de coca; un negocio que les dejó mucho dinero, pero que cobró la vida de varios de sus familiares y casi les acaba la vida. “Matan a mi mamá, a mi hermano y mi tío. Después llegó la erradicación y quedamos en la calle. Le di gracias a Dios y le dije a mi hermano que esto no era lo de nosotros y que yo iba a cambiar mi forma de trabajo”, recuerda.

 

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Aunque el café es uno de los principales productos agrícolas de Antioquia, los familiares y amigos de Óscar le aseguraban, a diario, que no era un buen negocio. Sin embargo, él empezó a trabajar cultivando este grano y, actualmente, de la mano de ASDESEBRI, (una asociación que promueve la agricultura ecológica y sostenible), es uno de los caficultores más reconocidos de la región.

 

Entre enero y febrero de 2016, productores de los municipios de Briceño y Anorí realizaron su primera exportación, de cincuenta toneladas, a Bélgica. Esta experiencia hizo que a Óscar le brotaran lágrimas de felicidad, pues vio con nostalgia cómo se iba parte de su alma entre los bultos de café que partían a Europa.

 

Hoy, Óscar sueña con ser tan grande como Juan Valdez y que su producto sea reconocido en el mundo entero. Este paisa manifiesta que el suyo “es un café semiorgánico, herbal sin nada de químicos y muy limpio”. Él reconoce que aunque el trabajo cafetero es duro y lleva tiempo, (a diferencia de los cultivos ilícitos), les permite a los campesinos llevar una vida tranquila, sin tener que esconderse de nadie.