11S

El recuerdo que mantiene Colombia de los atentados del 11S


El mundo cambió tras el peor ataque terrorista de la historia y esta transformación también se sintió en nuestro país, que vivió con horror el atentado y perdió a 19 personas.

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El 11S es recordado como el peor atentado de la historia, un evento que partió la historia de la humanidad en dos.

Se siente así porque la magnitud del horror, la crueldad y el número de víctimas que causó son tan grandes, que millones de personas en el mundo siempre recordarán lo que hacían en el instante en que fueron testigos de un acto tan macabro: aviones chocando deliberadamente contra rascacielos de la poderosa Nueva York.

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Para los colombianos, el recuerdo no es distinto al de la mayoría de la humanidad. La confusión inicial y la conclusión de que había sido un accidente, se transformaron en impresión al ver al segundo avión chocar contra la torre sur, que luego dio paso a la tristeza por las víctimas y al pánico por lo que pudiese venir después para el mundo.

La reacción de Colombia tras los atentados del 11S

Como era de esperar, pues así estaba pasando en todo el mundo, todas las emisoras y señales de televisión retransmitieron las imágenes de las principales cadenas de EE.UU. y los colombianos también se volcaron a ver el atentado en vivo.

Actualmente, en YouTube se pueden encontrar los registros de varios medios de comunicación colombianos sobre este momento histórico. La cadena Caracol Radio mantiene la emisión completa desde el momento en que interrumpen la programación normal con una famosa alerta de última hora.

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El archivo completo está disponible y guarda la memoria de como el país escuchó sobre el impacto del primer avión contra la torre norte del WTC, pasando por la confirmación de un atentado terrorista, hasta las hipótesis que se manejaron sobre quienes serían responsables de semejante atrocidad, para finalizar en la esperada reacción del presidente de la época, George W. Bush.

W Radio también tiene el registro disponible, que incluye el relato sorprendido y desgarrador del instante en el que el mundo confirmó que se trataba de un atroz ataque. La tragedia que presenciaba y escuchaba Colombia se reflejó en la voz del locutor, incrédulo al presenciar y relatar al segundo avión atravesando la torre sur, en frente de las cámaras de televisión y de millones de personas en el mundo.

En la noche, ya con más certezas, algunas respuestas y reacciones, noticieros como la emisión central de RCN hicieron un recuento de los escalofriantes hechos del día. Reproducían una y otra vez los aviones estrellándose, como tratando de confirmar que algo tan escalofriante era cierto.

‘Lo más doloroso que hemos visto en nuestros días’, decía una periodista en medio de la emisión, con voz quebrada, al informar sobre las personas que se lanzaban al vacío, buscando una muerte más rápida, sin el dolor de las llamas y el humo abrazándolos.

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El país veía de nuevo las torres cayendo, el humo invadiendo Manhattan, gente corriendo despavorida y aturdida. Solo caos, desastre y tragedia precedían a un mundo desconocido que nadie era capaz de adivinar tras el ataque al corazón de la potencia mundial.

Colombia también se mantenía a la espera de saber qué vendría para el mundo luego de este escalofriante hecho terrorista. Muchos pensaron en una inevitable guerra, tal vez la más grande de todas, mientras se reponían tras ver las imágenes apocalípticas que tomaron por sorpresa a un mundo que ahora estaba en vilo.

Los efectos del peor atentado de la historia, en Colombia

El país siempre ha mantenido una buena relación con Estados Unidos, por lo que las palabras de rechazo frente a los repudiables atentados no se hicieron esperar. El expresidente Andrés Pastrana, quien gobernaba a Colombia en el 2001, lamentó lo ocurrido e indicó, de acuerdo a reportes de medios del día, que ‘nada justifica la muerte de inocentes’.

El mandatario asistió a una misa conmemorativa que se llevó a cabo días después en la Casa de Nariño y que fue oficiada por monseñor Arturo Franco Arango. El 14 de septiembre, la presidencia rindió homenaje a las víctimas del atentado en esta eucaristía, un evento en donde se registró la asistencia de Pastrana, su esposa Nohora Puyana, el vicepresidente de la época Gustavo Bell y la actual vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez, entre otras personalidades.

Así, Colombia se unía al día mundial de luto, que honraba la memoria de quienes fallecieron en el atentado terrorista.

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Por supuesto, el Aeropuerto El Dorado de Bogotá y las rutas aéreas en Colombia, también se vieron afectados: como mecanismo de prevención lógico, todos los vuelos hacía EE.UU. fueron cancelados y los aviones se quedaron en tierra. Un breve presagio de otra gran consecuencia del 11S: la crisis que venía para las aerolíneas y el mundo del transporte por aire.

Tras los actos conmemorativos y de duelo y las decisiones preventivas, el país tuvo que revisar las consecuencias que trajo este instante para su relación con el país norteamericano, que, como era de esperar, dejó de lado  todo punto distinto en su agenda, incluido cualquier tipo de plan bilateral con Colombia.

Según reportes de prensa de los días posteriores al 11S, el gobierno Bush estableció como urgencia la lucha contra el terrorismo a nivel global, no solamente contra el grupo Al – Qaeda, a quien siempre se ha encontrado como responsable del peor ataque de la historia.

Por eso, organizaciones al margen de la ley que permanecían en ese entonces en Colombia, como las guerrillas y las autodefensas, se verían ahora en la mira directa de los Estados Unidos y su guerra contra el terrorismo, por lo que el país tendría que mostrar más dureza contra estas organizaciones armadas.

De este modo, tras los ataques a las Torres Gemelas, toda discusión adicional en el plano político, económico, de lucha contra el narcotráfico etc., tendría que esperar, porque ahora el mundo había cambiado y su pelea directa era ahora contra los terroristas, principalmente los yihadistas y de ahí para abajo, similares en su actuar.

Con el paso de los años, el apoyo y la solidaridad de Colombia se transformaron en acciones reales de ayuda para sostener la guerra que había emprendido EE.UU. contra el terrorismo, que los llevó primero a someter al régimen Talibán en Afganistán y luego a la famosa invasión contra Irak.

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El gobierno de Colombia de los años siguientes apoyó apoyó abiertamente las acciones que implementó el presidente Bush, como envíos de tropas, acciones beligerantes e invasión de territorios, medidas muchas veces cuestionadas por organismos internacionales y la ONU.

Esto derivó en apoyos económicos y paquetes de ayuda del Congreso de EE.UU. asignados para la propia lucha que tenía Colombia, que también se veía azotada por el terrorismo. El país también sufría sus propias tragedias por este flagelo: fue también la época en la que padecimos uno de los peores atentados de nuestra historia: la atrocidad cometida por las FARC contra el atentado al Club El Nogal del 2003.

Desde el 11 de septiembre del 2001, la cooperación internacional cambio y su foco se centró en exprimir todo lo que tuviera hedor a terrorismo. La consecuencia de estas decisiones fueron un fortalecimiento a Fuerzas Armadas, la presencia de militares norteamericanos con mayor frecuencia (Colombia acogió uniformados de ese país) y un aumento de operaciones para combatir a los grupos que amenazaran la seguridad mundial.

Evitar un nuevo 11S, además de hallar a los culpables de este, fueron los objetivos primordiales tras los atentados y Colombia también se acomodó al revuelco de estos planes globales. Total, el mundo había cambiado y nuestro país no iba a ser la excepción.

Los colombianos que se llevó el 11S

19 colombianos murieron en el peor atentado de la historia. Esta es la cifra oficial que se presenta hoy en día sobre los muertos que puso nuestro país en el atentado a las Torres Gemelas y al Pentágono. Colombia era uno de los más de 50 países que lamentaba fallecimientos.

En ese momento, la incertidumbre para miles de familiares de connacionales también fue apabullante. En el primer instante, nuestro país reportaba más de 300 desaparecidos: personas de quienes no se conocía su destino y estaban en la zona de desastre o incluso en los aviones secuestrados o impactados.

Las diligencias para buscar a los compatriotas se centraban en reconocer cuantos colombianos habría en la zona cero. Al menos 500, de acuerdo a información y censos de consulados, de entidades migratorias, de la Cruz Roja y los propios connacionales viviendo allí.

Con el paso de las horas, se supo que muchos trabajaban como cocineros, meseros o en labores similares en los pisos altos de las torres. Varios hacían labores de limpieza en las oficinas de los rascacielos o en zonas aledañas, por lo que cientos quedaron atrapados e inicialmente se reportaron como desaparecidos.

Comenzaba la zozobra para las familias que permanecían aquí pendientes de noticias, de una llamada o cualquier señal de vida de sus seres queridos.

Wilder Gómez, uno de los atrapados en el piso 103 de una de las torres, fue uno de los colombianos que se alcanzó a comunicar con su familia para avisar que había mucho humo y no los podían rescatar. Su mamá, tras esta angustiosa llamada, tuvo que ver cómo los edificios se desplomaban. Su cuerpo fue encontrado y un año después se reportó a su familia el hallazgo del cadáver.

Pero varios de los desaparecidos reportados aún estaban sin comunicarse o identificarse. Se temía que las víctimas de nuestro país podían ser más de 200, pues cinco días después de los atentados, aún no había noticias de ellos. Se había hecho solicitud para suministrar información sobre más de 300 personas y hasta esa fecha, solo 85 habían sido ubicadas.

El cónsul de Colombia en Nueva York pedía a los connacionales allí que llamaran al país, que notificaran al consulado sobre desaparecidos o hallazgos. Así, se empezaron a conocer historias de personas que no sabían nada de sus familiares, que buscaban angustiosamente a sus hermanas, a sus hijos o clamaban por alguna respuesta.

Con las comunicaciones bloqueadas y miles de personas en busca de información, se hizo muy difícil que en los días posteriores hubiese efectividad en el hallazgo de rescatados o fallecidos.

Pasaron los días y se pudieron registrar los fallecidos, aparecieron los sobrevivientes y se conocieron increíbles historias, como la de la barranquillera que se salvó porque no se levantó temprano y no alcanzó a entrar a una de las torres a las 8:30 a.m.

O la de otro barranquillero que debía entrar a trabajar ese día en su puesto de una compañía de banquetes, pero su jefe le dio otro día de descanso y así pudo salvarse.

También se supo de colombianos que estaban en los vuelos estrellados: dos personas de apellido Montoya iban en los aviones. Uno de ellos, Carlos Montoya, en el 11 de American Airlines, el que impactó contra la torre norte. El otro, Antonio Montoya, también como pasajero de ese Boeing.

Fueron cientos de historias, de vidas colombianas que se perdieron allí o pasaron por el milagro de sobrevivir. De familias con el corazón en la mano, que tuvieron que ver todo por televisión y empezar un suplicio que solo se calmaría con noticias sobre sus allegados.

Así fue como este, el peor atentado de la historia, tocó a Colombia: perdimos a 19 personas, nuestra forma de apreciar la vida también cambió, sentimos el miedo de una eventual guerra y afrontamos las consecuencias de un futuro en el que se vislumbraba una guerra. Definitivamente, nuestro país también sintió como el mundo cambió aquel 11 de septiembre de 2001.

Aprovechamos esta oportunidad para rendir un homenaje a la memoria de las más de 2.900 personas que fallecieron en aquel día de horror y recordamos a los colombianos víctimas del 11S:

  1. Luis Eduardo Torres
  2. Antonio Montoya
  3. Víctor Hugo Paz
  4. Wilder Alfredo Gómez
  5. Jorge Luis Morón
  6. Antonio Montoya
  7. Sonia Ortiz
  8. Carlos Cortés Rodríguez
  9. Danny Correa
  10. Arcelia Castillo
  11. Milton Bustos
  12. Sharon Cristina Millán
  13. Rafael Humberto Santos
  14. Hernando Salas
  15. Alejandro Castaño Henao
  16. Gloria Nieves
  17. César Augusto Murillo
  18. Carlos Alberto Montoya
  19. Pedro Francisco Checo

JUAN DAVID CORTÉS L.