“Hay que preparar el espíritu, es una catarsis durísima”, Diana Uribe sobre la Comisión de la Verdad


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La historiadora, Diana Uribe, y el periodista, Santiago Gamboa, dialogaron sobre el significado de los conflictos, desde el inicio de las civilizaciones y la manera en la que estos fueron resueltos a través de herramientas como la creación de comisiones de la verdad e, incluso, por medio de las expresiones artísticas autóctonas de las comunidades. 

 

Para Santiago Gamboa, “la cultura occidental empieza con la Guerra de Troya”, hecho que confirma  la afirmación de Karl Marx, al referirse a la guerra como “la partera de la historia”

 

“Leyendo la historia de la literatura épica – continúa Gamboa- se da uno cuenta de que, de acuerdo a los valores de cada época, la guerra es el espacio en el que las naciones se definían; no solo geográficamente”.

En el caso de los conflictos que se originaban por temas religiosos, dice el periodista, “la victoria militar daba al vencido la obligación de convertirse en la religión del vencedor”.

 

La no violencia como forma de protesta

El filósofo y crítico estadounidense Henry David Thoreau, cuenta Diana Uribe, fue el precursor de la desobediencia civil. En 1846,  fue encarcelado por negarse a pagar los impuestos destinados para la guerra con  México. Desde la cárcel, escribió su obra ‘Desobediencia Civil’,  en la que Mahatma Gandhi y Martin Luther King se inspirarían, más adelante. El primero, para lograr la independencia de la India, y Luther King, para lograr el reconocimiento de los afroamericanos como sujetos de derecho.  

 

Thoreau partía del precepto que no todas las leyes en su país eran justas, por lo que es reconocido por aplicar el concepto de la desobediencia civil, además de la afirmación que postula – cuenta Uribe-“que aniquilar al otro no era la forma de solucionar los conflictos”. 

 

Y agrega la historiadora que, tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), surgieron movimientos pacifistas que abogaban para que este tipo de masacres no se repitieran y que la única salida viable fuera la no violencia.

 

De allí también surgió el uso de la política como herramienta de resolución de conflictos, según Gamboa, quien la define como la “representación y el espacio simbólico de un enfrentamiento ideológico”. 

 

Sobre esto, asegura Uribe, “la guerra es el fracaso de la política” y menciona el caso del conflicto en Sudáfrica. “Hubo un momento en el que llegaron a la conclusión de que esa guerra, planteada de esa manera, no podía ser un proyecto para un país”, agregó. 

 

Las mujeres y la guerra

Para Santiago Gamboa, las mujeres eran usadas como “piezas de cambio” en las alianzas comerciales, práctica que se extendió en los conflictos. “Antes de hacer comercio, lo que hacían era dar a una mujer en matrimonio; si se generaba la confianza, se podían hacer pactos económicos”, dijo. 

 

Sin embargo, también han sido luchadoras de la paz. Este es el ejemplo, cuenta Uribe, de la segunda guerra civil de Liberia (2000). Un grupo de mujeres, que se autodenominaban Acción Masiva por la Paz de las Mujeres de Liberia (Women of Liberia Mass Action for Peace), lograron que los negociadores llegaran a un acuerdo, al tomarse el lugar en donde se encontraban reunidos, en Ghana. “Los encerraron y dijeron que no los iban a dejar salir de ahí. Ellos no pudieron hacer nada. Lograron bloquear las salidas y los tuvieron día y noche, sin poder salir. Ahora, tienen el Premio Nobel de la Paz”, asegura la historiadora.  

 

La Comisión de la Verdad

En el proceso de paz de Colombia,  se implementó la Comisión de la Verdad como un mecanismo para resarcir los derechos de las víctimas.  Esto, asegura Gamboa, se llevó a cabo, por primera vez, en el conflicto de Ruanda, en donde dice “se hicieron ceremonias de perdón con víctimas y victimarios”. “El victimario asumía su culpa y pedía perdón. La victima lo miraba a los ojos y decidía si le daba el perdón. Si se concedía el perdón, se producía una celebración”. “Si nosotros hubiéramos decidió vengar el genocidio de los tutsis, se hubiera acabado Ruanda”, agrega Uribe.

 

En la Comisión de la Verdad que, en el caso colombiano fue basada en el conflicto de Sudáfrica, dice Gamboa, “el victimario se presenta voluntariamente, cuenta la verdad, se acoge a las condiciones de la Comisión y es la víctima la que decide perdonar”. Y agrega: “No se trata de un escarnio público, no es una manera de perpetuar el odio; es enfrentar la verdad para pasar la página, seguir adelante y construir otro imaginario, pero sabiendo que fue lo que pasó”.

 

Si bien, Colombia, en la actualidad, está implementando los acuerdos pactados con las Farc, uno de los pasos a seguir será la Comisión de la Verdad. Sobre esto, dice Uribe, “hay que preparar el espirítu, pues es una catarsis durísima”.

 “Cuando empiecen a salir esas verdades, vamos a ver el rostro de la medusa, pero con eso el pueblo se puede se podrá mirar de frente y podrá seguir adelante”, asevera. Y concluye Gamboa: “Sin perdón, no hay reconciliación”.

 

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