La Selección Colombia… de bibliotecarios, construyendo paz en el posconflicto


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En la biblioteca pública móvil de La Carmelita, Gloria trabaja con 25 personas, entre hombres y mujeres; algunos de ellos nunca han ido a la escuela. Les enseña a leer y a escribir y, día a día, logra que sientan el mismo amor que ella tiene por los libros. ”Cuando uno les lleva cuentos infantiles y logran descifrar el párrafo o un renglón, es muy emotivo”, cuenta. Su mayor reto es con los adultos quienes, dice, creen que este lugar es solo para los más pequeños.

 

Para ella, es importante generar espacios humanos; no solo llevar libros. Desde la biblioteca, dice, “se pueden cambiar y transformar pensamientos”.

 

Y es que, además de capacitar a los excombatientes, contar historias en voz alta a los niños y llevar recursos tecnológicos para el aprendizaje de la comunidad, escucha cada historia que le cuentan. No es solo una bibliotecaria; también se ha convertido en una compañera para quienes decidieron dejar las armas.

 

Las bibliotecas no solo cuentan con un espacio para la lectura; también con acceso a internet, actividades culturales e, incluso, recursos para el emprendimiento y la búsqueda de empleo. 

 

Cambiando armas por libros

 

Gloria inició su experiencia en La Hormiga (Putumayo), llevando libros a los niños de las veredas del municipio. De origen campesino, esta mujer nacida en el Valle del Guamuez (ubicado también en este departamento), tuvo que enfrentarse al conflicto armado en su infancia. “Me pregunté si sería posible que la primera persona desconocida que los niños vieran fuera un bibliotecario y no un hombre armado”. En ese punto, empezó su sueño.

 

Ella quería demostrar que con un libro era posible llegar a los pequeños, pese a que el riesgo, al tratarse de una zona de conflicto armado, fuera muy alto.

 

“A las veredas a donde íbamos no podía entrar la institución pública; entonces, dejábamos afuera los pendones y entrábamos solo con los libros”, asegura.

 

El mejor pago por su trabajo era ver la incontenible emoción de los pequeños, cuando ella llegaba con cajas llenas de libros, como si se tratara de una dulcería.

 

Gracias a su labor, Gloria fue galardonada con el Premio Nacional de Bibliotecas Públicas 2014 y, ahora, asumió el reto, con otros 19 colombianos como ella, para generar una transformación social en los lugares en donde, antes, la guerra no solo estaba escrita en un cuento.

 

La experiencia internacional

 

Las bibliotecas por la paz, que funcionaban en las zonas veredales transitorias y de normalización, fueron el producto de una alianza entre el Gobierno colombiano y la ONG francesa Bibliotecas Sin Fronteras.

 

El proyecto envió su primera misión de bibliotecarios en 2010 a Haití, tras el terremoto que sacudió a este país. Tras darse cuenta de que las bibliotecas públicas móviles eran una herramienta poderosa para superar este tipo de crisis, esta organización le apostó a expandirse más a nivel mundial.

 

Para su director, Patrick Weil, “la cultura une; mientras que la sociedad va en el sentido contrario”, por eso cree firmemente en que invertir en cultura debe ser el eje de cohesión de un país. Y son, entonces, las bibliotecas públicas móviles la posibilidad de "hacer nuevamente un Estado juntos”.

 

Foto: MinCultura

 

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