De la siembra de coca al cacao: la paz llegó a Vista Hermosa


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Los campesinos de este municipio, al suroccidente del Meta, retornaron a sus tierras tras ser víctimas de desplazamiento forzado. Las hectáreas en donde, antes, se sembraba la hoja de coca, ahora huelen y saben a chocolate.

Por: Ana Lucía Rey González- Equipo Digital Canal Institucional

Daniel Hernández dedica su vida a la siembra del cacao, el plátano y la yuca, en Vista Hermosa, a donde llegó- cuenta- “muy joven y motivado a trabajar en el ámbito comunitario”. Debido a la violencia que azotó al municipio, y sin otra opción que proteger la vida de su familia, se fue Bogotá, huyendo de las balas que chocaban en las tejas de las casas, los helicópteros bombardeando a medianoche y las amenazas constantes de los grupos guerrilleros y de autodefensas que se disputaban el territorio.

“Con mi mujer y mis cinco hijos, decidí volver a la zona de distensión”, dice. Pidió permiso para regresar a quienes militaban la región. Retornó contra todos los pronósticos y, para su infortunio, la violencia en el municipio se recrudeció. “Eran bombardeos  por el aire, grupos armados de un lado y el otro y el Estado ahí”, asegura.

Ninguno de sus vecinos estaba preparado para irse. La casa que habían construido durante años, gracias al trabajo en los cultivos, los enseres  -dice- , todo… absolutamente todo se quedó allí. “Ahí, uno solo piensa en echar la maleta de ropa y los niños”, cuenta.

 

“Me crie en esta casa y ahora, está sometida al abandono”: víctima de desplazamiento forzado

Con lágrimas en los ojos, Ana Díaz, habitante del municipio y víctima del conflicto, señala cada una de las marcas de las balas que impactaron la que solía ser su casa; antes de que la violencia le arrebatara su infancia.

El 27 de diciembre de 2005, 25 soldados y 3 suboficiales de la Brigada Móvil No. 12 del Ejército Nacional perdieron la vida, en una emboscada perpetrada por las Farc, en Vista Hermosa. Este fue uno de los hechos violentos que, según Daniel,  dieron lugar al segundo desplazamiento forzado masivo de los pocos campesinos que, dice, quedaban en la zona.

Según Daniel Hernández, los militares  “llevaban un mes custodiando la  población civil en las veredas Buenos Aires y La Palestina”. Y relata: “La guerrilla los midió. Llegaron 300 hombres y coparon todo el cuerpo de militares que había. Solo escapó algo más de la mitad –los que no estaban heridos-  y a los que quedaron les despojaron las armas”.

Meses atrás, el terror invadía la vereda La Palestina, cuando 15 personas cayeron en un campo minado, sembrado en una cancha de fútbol por las Farc. Ese mismo lugar, en el que días antes se escuchaban eufóricos gritos de los jóvenes cantando al unísono un gol; se convirtió, ese 29 de junio de 2005, en un campo de guerra.

“Como había un conflicto entre grupos al margen de la ley, en el caserío había un grupo de paramilitares que estaba posicionado (en el lugar); la guerrilla vino de noche, los hostigó  y dejaron las minas. Al otro día, la gente llegó muy confiada y no se dieron cuenta de que en uno de los árboles había un artefacto controlado y explotó cuando la gente estaba adentro”, asegura Daniel.

Entre los habitantes del municipio, se dieron a la tarea de cargar a los 16 civiles heridos, ponerlos en carros y llevarlos al puesto de salud. A los muertos, también los levantaron.

Durante esos días, cuenta Daniel, “solo se veía a la gente en carros con sus gallinas, emigrando hacia el casco urbano”. Este fue el primer desplazamiento de la vereda Palestina. Tras 15 días de la tragedia, la vereda parecía un pueblo fantasma. No era más que un campo minado.

Y es que para quienes se arriesgaron a quedarse, la situación no era fácil. Ante el abandono del Estado, los guerrilleros habían tomado el mandato del municipio. Dos kilómetros antes de entrar a Vista Hermosa había una pancarta que decía “Bienvenidos a la nueva Colombia”. “Cuando uno pasaba esa pancarta – relata Daniel- uno no era dueño de sus opiniones, de transitar libremente en la zona…Perdía todos sus derechos como colombiano”.

 

Los rostros de la esperanza

 

 

Cronología del conflicto en Vista Hermosa

De 1999 a 2002, Vista Hermosa hizo parte de los 42.000 kilómetros cuadrados de la zona de distensión, establecida en el gobierno del expresidente Andrés Pastrana, durante el proceso de paz con las  Farc. Tras el rompimiento de los diálogos, inició una ofensiva que ocasionó desplazamientos forzados masivos por parte de la población civil.

Según cifras del Observatorio del Programa Presidencial para los Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, “se registraron los índices de muerte más elevados”, dejando un saldo de 103 muertos -entre asesinatos selectivos y víctimas de actos terroristas- cometidos por la guerrilla y las autodefensas.

Después del cierre de la zona de distensión, se inició una ofensiva mucho más fuerte para recuperar el territorio disputado entre las Farc, el ELN y grupos de autodefensa. Al programa se le denominó el ‘Plan Patriota’.

Al ser un corredor estratégico entre el Meta y Cundinamarca, para el tráfico de drogas y armas, la población civil se vio obligada a desplazarse ante los frecuentes enfrentamientos entre la fuerza pública y los grupos armados al margen de la ley.

Según la Unidad de Atención y Reparación Integral a Víctimas (UARIV) y el Sistema de Población Desplazada (Sipod), entre 2000 y 2012 se reportaron 144.854 víctimas de desplazamiento forzado en Meta, lo que ubicó al departamento en el puesto número 13 a nivel nacional.

 

“La paz no es silenciar armas; es que haya una equidad con justicia social”

Así afirma José Rosemberg, quien fue un reconocido 'químico’  de coca en el departamento del Meta y, en la actualidad, es coordinador de la  Mesa de Víctimas, creada en 2009.

Rosemberg, que vivió del dinero fácil inmerso en el negocio de la droga, hoy se autodefine como un veedor del no cultivo de coca en su región. Él, quien –dice- “en un comienzo, no creía en la paz”, pues siempre vivió en el conflicto; asegura que se trata de un compromiso que deben asumir todos los colombianos. “La paz no la hacen 4 o 5 personas”, agrega.

Para Ana Díaz, también víctima del conflicto, la paz consiste en creer. “Sí creo y quiero creer más, que se logre esa paz; porque la verdad es muy duro todo esto, no se lo deseo a nadie”, expresa.
Ana, quien perdió su casa en uno de los atentados ejecutados por las Farc, asegura que en su corazón no guarda rencor.  Un sentimiento que comparte Daniel Hernández, quien, afirma, estaría dispuesto a abrir las puertas de su casa a sus victimarios, ahora reintegrados a la vida civil.

En los largos corredores de pastizales, en los que antes se  sembraba coca, ahora crece yuca, plátano y cacao. La serranía de La Macarena, al fondo, custodia los increíbles paisajes naturales de Vista Hermosa.

Ya no se escuchan los estruendos de las balas y los motores de los helicópteros. Los desplazados han regresado a sus hogares y ya no sienten miedo de caminar solos por los senderos.

La tierra es, ahora, tan dulce como el sabor del chocolate.