Víctimas del conflicto armado buscan exportar el café de su región
Pacho fue, en sus inicios, un municipio netamente cafetero, hasta que, en la década de los 80, los productores se convirtieron en objetivo militar. Tras ser víctimas del conflicto armado, sus habitantes buscan posicionar su café como el número uno del país.
Por: Ana Lucía Rey González- Equipo digital Canal Institucional
Pacho fue uno de los municipios de Cundinamarca más afectados por la violencia, durante 1980. Con la llegada de los grupos de Autodefensas al departamento, financiados principalmente por el narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, la región del Rionegro, que comprende los municipios de El Peñón, La Palma, Paime, Pacho, Topaipi, San Cayetano, Yacopí y Villagómez, se convirtió en un campo de batalla entre los paramilitares y las Farc.
Una de las comunidades más afectadas fue la de los productores de café, según cuenta Wilson Sánchez, quien 20 de sus 43 años de edad se ha dedicado al cultivo de este grano. Él fue testigo de cómo habitantes de la región abandonaron sus plantaciones, huyendo de la violencia.
“En la zona de influencia donde tenía que ir a trabajar, había personas afectadas por los guerrilleros y otras, por los paramilitares. Lastimosamente, el que siempre llevaba del bulto era el caficultor”, dice.
“Wilson, aquí se puede andar de 6 de la mañana a 6 de la tarde”, le decían los lugareños de la zona donde debía ir a cultivar. Pese a las amenazas, decidió quedarse en la parcela de su familia y continuar su labor en los cafetales.
El café pachuno, segundo lugar a nivel nacional
En 2003, asegura Sánchez, la Federación Nacional de Cafeteros lanzó varios concursos para los productores de todo el país. Uno de ellos era elegir el mejor café de Colombia.
Sin dudarlo, los productores pachunos sacaron un lote de café y lo enviaron a los jurados de la convocatoria. Este obtuvo el segundo lugar a nivel nacional y, a partir de ese momento, quienes habían dejado sus tierras retornaron a dar vida a la labor que habían aprendido de sus padres y abuelos; y que, con el paso de los años, se niega a desaparecer.
“Nos dimos cuenta de que teníamos un café muy bueno, así que empezamos a decirle a la gente que cambiara su método de producción. Esto le ha servido a las comunidades de toda la región, porque estamos incluidos en un programa de café especial”, afirma.
En este paisaje de cafetales, que no tiene nada que envidiarle a las montañas del Quindío, 4500 familias de la región de Rionegro han encontrado una fuente de empleo en el cultivo de este grano. Poco a poco, cuenta él, los desplazados han retornado a sus parcelas.
Pero Sánchez, además de ayudar a los campesinos de la región, es el fundador de su propia empresa: Café Pacundí. Y es en la finca ‘El cerrito’ – en donde creció- que los granos de calidad excelsa adquieren su brillante color rojo, el indicador que están listos para ser recolectados.
Esta compañía, además de beneficiar a las comunidades de la región, ha participado en eventos de la talla de Colombia Trade Expo International, una vitrina para los otros países del mundo de los productos hechos en Colombia.
Su aroma y sabor hacen del café pachuno un producto de exportación y, así como este productor, otros microempresarios del corregimiento de Pasuncha también se han aliado, en busca de que sea servido en tierras extranjeras.