Víctimas del conflicto reconstruyen la memoria a través de la cultura


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Se enfrentaron, cara a cara, con la crudeza del conflicto armado y decidieron unirse para resignificar el dolor que dejó la guerra. Desde Pogue, en el departamento del Chocó,  la Comuna 13 y Granada, en  Antioquia, y Trujillo, en Valle del Cauca,  nos cuentan cómo lograron visibilizar su realidad y la de quienes ya no están. 

Canal Institucional presenta el documental Rostros de las memorias, del Centro Nacional de Memoria Histórica. Véalo este sábado a las 8 a.m. con repetición a las 10:30 p.m. y vía streaming en www.canalinstitucional.tv.

“Recordar para intentar no olvidar”, así define a la memoria,  John Jaime Sánchez, artista del colectivo Son Bata, de la Comuna 13, en Medellín. Como él, víctimas de todos los tipos de violencia en Colombia han creado iniciativas que buscan que las historias de los caídos inmersos en el conflicto no queden en el olvido.

El Graffitour, en la Comuna 13 de Medellín, los Cantos de alabaos, en Pogue (Bojayá),  el Parque Monumento, en Trujillo (Valle del Cauca) , y el Salón del Nunca Más, en Granada (Antioquia), son solo cuatro de estas expresiones culturales y artísticas  que, según Maria Emma Wills, asesora de la Dirección General del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), son “ un esfuerzo por darle un lugar visible a una cantidad de iniciativas de memoria histórica que están llevando a cabo  los colombianos y colombianas por todo el territorio”.

 

Graffitour

“Los héroes en Colombia sí existen, no usan armas”, se lee en un colorido graffiti plasmado en una de las paredes de la Comuna 13, en  Medellín.

En esta zona periférica de la capital de Antioquia, la violencia fue protagonista entre 2001 y 2003, cuando los diferentes actores armados de la zona – paramilitares, guerrilleros y milicias urbanas- encontraron un escenario para pelear sus batallas, incluso a plena luz del día. Los habitantes, cansados de ser el blanco de los ataques, decidieron salir a las calles armados con sábanas, pañuelos y trapos blancos, como una forma de resistencia pacífica.

Las paredes, en ese entonces, pintadas con sangre, se cubrieron de mensajes y pinturas  que rememoraban aquellos días de horror, en los que las casas de los habitantes eran casi cárceles que los protegían de las balas.

Expresiones musicales como el rap y el hip hop empezaron a surgir. A través de poesía y beats, los jóvenes visibilizaron los rostros e historias de quienes cayeron en el conflicto.

Desde entonces, la Comuna 13 dejó de ser un lugar en el que se respiraba miedo, y los turistas empezaron a caminar por sus aceras, gracias al recorrido histórico, político y artístico que les ofrecía Graffitour.

 

Alabaos de Pogue, en Bojayá (Choco)
A través de composiciones musicales, la comunidad de Pogue, en el departamento del Chocó, recuerda cada 2 de mayo,  a las 79 víctimas mortales que dejó la explosión de un cilindro bomba al interior de la Iglesia de Bellavista, en Bojayá; como producto del enfrentamiento entre los paramilitares y las Farc.

Es la misma iglesia el escenario en el que convergen los cánticos y el fatídico recuerdo de aquella tarde de mayo, que solo dejó a una estatua de Jesucristo, que aún se conserva.

Parque de la Vida, en Granada (Antioquia)
Desaparición forzada, secuestro y grupos armados han sido los tipos de violencia que, durante décadas, han sido blanco los habitantes de este municipio, ubicado en el oriente del departamento antioqueño.

El Salón del Nunca Más es el espejo de las historias, con nombre propio, de las secuelas que dejó el conflicto en esta zona del país. Un proyecto, para Wills, que busca resignificar lugares que, en algún momento “fueron de terror”.

Un recinto construido por las propias  víctimas cuyo fin es “descalificar la guerra como arma política”, según Jaime Montoya, miembro de Asovida.

 

Parque Monumento, en Trujillo (Valle del Cauca)
“Entre 1988 y 1994, se registraron 342 víctimas de homicidio, tortura y desaparición forzada”, acorde con el CNMH.

En seis hectáreas de tierra, se ha reconstruido, a través del tiempo, la memoria de este municipio. Son artesanías, pinturas, dibujos, entre otras expresiones artísticas, en las que los testigos de los hechos han logrado expresar sin palabras, la verdad de lo que sucedió.

Pese a que las amenazas están cada vez más latentes, los habitantes continúan transformando sus vidas y las de su comunidad por medio de este monumento.

Gracias a estas iniciativas, otros proyectos institucionales como el Museo Casa de la Memoria , en Medellin, y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en Bogotá, han logrado visibilizar el conflicto desde los rostros de las víctimas.