Palacio de Justiciat

Toma del Palacio de Justicia: ¿Por qué atacaron el edificio?


Archivo Señal Memoria

Este es un recuento histórico sobre la toma al Palacio de Justicia, que nos ayudará a entender por qué el M19 decidió el ataque, qué coyuntura nacional propició esta decisión y qué pasaba en ese entonces en el edificio.

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Las llamas todavía son visibles en los ojos de aquellos quienes, desde los edificios altos de Bogotá y las inmediaciones del sector, fueron testigos de las horas de terror y muerte que se vivieron en el corazón de la capital del país, donde reposa el edificio del Palacio de Justicia, víctima de un violento ataque que es parte de la memoria histórica de un país, al que no le eran ajenos estos eventos. Ni antes, ni hoy.

¿Por qué el Palacio de Justicia? ¿Qué pasaba allí, que era objeto de interés para el grupo guerrillero M – 19, perpetrador del ataque? La historia ha sido repasada una y otra vez, muchas ocasiones con ligereza y los años van consumiendo los hechos.

Canal Institucional, de la mano de ‘Señal Memoria’, repasa los hechos previos, la coyuntura política y social de ese entonces y revisa lo que se hacía en el Palacio de Justicia, para entender este doloroso episodio.

La historiadora María Margarita López nos cuenta que, un día antes de la toma y pese a ser una jornada habitual, en el ambiente estaban presentes las amenazas a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y a miembros del Consejo de Estado. Además, ya se conocía sobre un plan para atentar contra las instalaciones.

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Inexplicablemente se ignoró, de acuerdo a la historiadora, el fallo del Tribunal Supremo de Ibagué, que ordenaba al Gobierno redoblar el esquema de protección de los magistrados. Además, la Policía retiró la seguridad de las instalaciones.

La petición, el ruego de seguridad, correspondía plenamente a la protección que requerían quienes estudiaban uno de los procesos más complejos de la época y se jugaban la vida por ello: se tramitaban, entre otros, los procesos de extradición de los autodenominados ‘los extraditables’.

Dentro del Palacio se albergaban los expedientes que contenían los procesos de los extraditables.

Los perpetradores del ataque al Palacio

La extradición era uno de los mayores miedos de ‘los extraditables’, el grupo de narcotraficantes liderados por el cruel capo Pablo Escobar. Él, junto a otros líderes terroristas y su ejército de sicarios y servidores, le declararon la guerra frontal al Estado.

El M-19, reconocido por ser el grupo que ideó y perpetró la toma, trazó el plan para tomarse el Palacio y hacerle un juicio político al presidente Belisario Betancourt’ tras el 'incumplimiento de los acuerdos del 24 de agosto de 1984'.

toma del palacio de justicia archivo de colprensa

La Comisión de la Verdad, organismo que investiga los hechos de aquel 6 de noviembre, manifestó que  el grupo‘los extraditables’, aprovechando el golpe opinión que pretendía dar esa guerrilla, financió el operativo, para aprovechar y pedir la quema de los expedientes de la extradición que reposaban en el edificio.

Aquel miércoles, el ‘eme’, bajo el mando de Andrés Almarales, Alfonso Jacquin y Luis Otero lideraron la operación “Antonio Nariño por los Derechos Humanos”, junto con 32 guerrilleros más. La toma generó rehenes, caos y la respuesta del Ejército y la Policía, en el proceso conocido como la retoma, que originó combates que se extendieron hasta el día siguiente.

El saldo del enfrentamiento entre guerrilla y Fuerza Pública dejó como resultado las imágenes que Colombia y el mundo jamás podrán olvidar: el Palacio en llamas, tanques intentando ingresar a las instalaciones, el estallido de explosivos y la súplica de los magistrados retenidos para un alto al fuego. 97 muertos y varios desaparecidos, las consecuencias mortales de aquellas horas de pánico.

Horas de horror y miedo: la retoma

El presidente Betancourt se negó a negociar con el grupo subversivo y dio la orden del ‘plan tricolor’, dando instrucción a las autoridades de retomar el edificio y liberar a los rehenes.

Cerca de 1000 soldados conformaron el grupo. El momento en que los tanques militares entraron en el edificio, derribando todo a su paso, quedó como una de las imágenes símbolo del hecho, el cual fue calificado de holocausto por la Comisión Interamericana de Derechos Humano (CIDH).

Otro de los recuerdos que tienen los colombianos grabado en su memoria es la voz del magistrado Alfonso Reyes Echandía: ‘que el presidente de la República de la orden del cese al fuego’, decía en el teléfono, pidiendo el alto de las acciones. Su petición fue en vano.

El Palacio de Justicia: ayer y hoy

El edificio se encuentra en el corazón político de Colombia, junto a la Casa de Nariño, al Congreso de la República y a la Alcaldía de Bogotá, en el centro de la capital del país.

En el Palacio está la Corte Suprema de Justicia, la más alta instancia judicial o máximo tribunal de la jurisdicción ordinaria en el país, que unifica la jurisprudencia nacional.

En la Corte están todos los jueces llamados a dirimir los conflictos y decidir controversias entre particulares, a partir del derecho. Es además la instancia de cierre de los procesos penales, civiles, agrarios, y de familia.

El edificio del Palacio de Justicia, destruido tras 28 horas de combates en ese 6 de noviembre, comenzó su reconstrucción en 1996 con una inversión total de $108.136.000. La reconstrucción incluyó la reestructuración de la edificación, la renovación de la fachada, acabados y una dotación de 68 despachos de magistrados titulares, dos salas múltiples, cuatro salas plenas, cuatro presidencial, demarcación de helipuerto, tres sótanos para parqueaderos, entre otras modificaciones. La obra duró 10 años.

En honor al presidente de la Corte de la época de la toma, el edificio fue renombrado como  Palacio de Justicia “Alfonso Reyes Echandía” y se mantiene en la Plaza de Bolivar.

Aún se mantiene el lema ‘Colombianos, las armas os dieron la independencia, las leyes, la libertad’, como si fuera una guía del camino que ha de tomar el país, para no repetir un holocausto tal, que hoy en día seguimos recordamos con dolor.

JUAN DAVID CORTÉS L