Personajes de La Guerra de los 1000 díast

La Guerra de los 1000 días: protagonistas de azul y rojo (los personajes de la guerra)


Desde líderes liberales y conservadores hasta guerrillas y mujeres alzadas en armas, conoce quiénes fueron los protagonistas de la Guerra de los Mil Días, eje central de la segunda temporada de Las Gestas del Tiempo.

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El próximo 10 de julio empiezan de nuevo Las Gestas del Tiempo. En esta nueva entrega, revivirás e interactuarás con la historia de la Guerra de los Mil Días, enfrentamiento armado civil que marcó el inicio del siglo XX y la historia del país.

Desarrollado entre el 17 de octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902, este conflicto tuvo su origen en las diferencias políticas que sostenían líderes liberales y conservadores de la época, razón por la cual  sus protagonistas se encuentran en estas dos orillas, siendo casi todos militares con altos cargos en esos partidos o en el gobierno nacional.

Aliado, para que llegues preparado a la temporada II de Las Gestas del Tiempo, a continuación te contamos quiénes fueron los personajes más relevantes de la Guerra de los Mil Días, triste episodio de la historia colombiana que dejó más de 100 mil muertos en diversas regiones del país.

Los grandes protagonistas de La Guerra de los Mil Días

Javier Hernández, historiador de Señal Memoria, explica que, en esencia, los dos sectores protagonistas de la Guerra de los Mil Días fueron el liberalismo y el conservatismo: “es la última guerra del siglo XIX en la que está presente ese conflicto entre dos sectores políticos con dos ideas diferentes de nación”.

Estos partidos estaban divididos a su vez en dos facciones. Por el lado conservador estaban los nacionalistas, herederos del Partido Nacional (que gobernó desde 1886 y hasta 1900, cuando la guerra llevaba ya casi un año), y los históricos (con ideas cercanas al liberalismo).

En la orilla liberal, la división se dio entre pacifistas (que en la guerra terminaron apoyando a los conservadores históricos) y guerreristas (principales promotores del levantamiento armado que llevó a la guerra).

“La Guerra de los Mil Días estalló de parte de los guerreristas porque no tenían representación en el gobierno (conservador). No tenían ninguna posibilidad de participar en la actividad política”, precisa Hernández.

Ya sabiendo esto, pasemos ahora sí a los protagonistas puntuales, teniendo en cuenta que los ejércitos oficiales en la disputa (además de las guerrillas y combatientes no oficiales que fueron apareciendo) fueron las tropas de gobierno (conservadoras, pues fue el partido que estuvo en el poder durante la guerra) y el ejército rebelde liberal.

Rafael Uribe Uribe: líder supremo (junto a Gabriel Vargas Santos) del ejército rebelde liberal y de la facción guerrerista de ese partido. Una de sus batallas más recordadas fue la de Peralonso (Norte de Santander, diciembre de 1989), gran derrota para el ejército del Gobierno conservador, que el general no supo aprovechar pues, por su falta de preparación militar, no avanzó hacia Bogotá en lo que podría haber sido el fin de la guerra a favor de los liberales cuando esta apenas comenzaba.

Así lo considera el periodista e historiador Enrique Santos Molano, quien en la revista Credencial Historia (número 173) explica que Uribe “no era un buen militar, o mejor, era un doctor que se había metido a militar sin tener idea”.

Luego de firmar el Tratado de Neerlandia (uno de los acuerdos que dio fin a la guerra), Uribe Uribe ordenó a sus hombres deponer las armas el 30 de octubre de 1902.

José Manuel Marroquín: presidente de Colombia durante poco más de dos de los tres años que duró la guerra, por lo cual se le considera figura líder del conservatismo en ese conflicto. Asumió el poder en medio del conflicto (julio de 1900) luego de derrocar, siendo vicepresidente, al entonces jefe de Estado, Manuel Sanclemente.

Su ascenso al poder se dio gracias a la rebelión dentro del Partido Conservador (históricos versus nacionalistas), apoyada por Aquileo Parra, jefe natural del Partido Liberal radical o pacifista, facción cuyas ideas eran cercanas al Partido Conservador histórico que Marroquín representó como presidente de la República. Pese a la guerra, Marroquín pudo concluir su mandato en 1904, dos años después del fin del conflicto.

Manuel Antonio Sanclemente: bajo su mandato presidencial, en representación del Partido Nacional, estalló la Guerra de los Mil Días. Su elección como jefe de Estado, cargo que asumió el 7 de agosto de 1898, estuvo llena de sospechas de fraude, uno de los principales detonantes de la guerra, que estalló cuando apenas llevaba dos meses en el poder.

Lideró el gobierno con las banderas de La Regeneración, movimiento político que proponía reformas radicales conservadoras (y cuyo principal promotor era Rafael Núñez), lo que generó bastante resistencia y crítica no solo de los liberales, sino también de los conservadores históricos (desde donde se originó el golpe de Estado que lo sacó del poder una semana antes de cumplir su primer año de mandato).

Aquileo Parra: expresidente y jefe del Directorio Liberal durante la guerra, en la que se desempeñó como cabeza visible de los llamados liberales pacifistas o radicales que apoyaron al gobierno conservador de Marroquín.

Las posturas del expresidente versus las de Rafael Uribe Uribe (contrario al gobierno de Marroquín), fueron clave para que el Partido Liberal se dividiera en dos facciones: pacifistas, bajo la figura del primero, y guerreristas, bajo el liderazgo del segundo, quien comandaría la lucha armada liberal durante la Guerra de los Mil Días.

Paulo Emilio Villar: hizo parte del Estado mayor del ejército rebelde liberal y del partido (facción guerrerista) en Santander, epicentro de las primeras acciones armadas y de las batallas más duras de la Guerra de los Mil Días. Su ataque a Bucaramanga, el 17 de octubre de 1899, es reconocido como el punto de partida de la guerra.

En simultánea, esa noche de octubre, el general liberal Juan Francisco Gómez, también en Santander, “se tomó El Socorro, siguió a San Gil y a medio camino batió a una partida del Gobierno. Fue la primera acción de armas de la rebelión.

El 18 de octubre, el Gobierno expidió un decreto declarando turbado el orden público en todo el territorio nacional y empezó a gobernar por legislación extraordinaria”, recuerda Rafael Pardo Rueda en ‘La historia de las guerras’.

Miguel Antonio Caro: conservador nacionalista que lideró la oposición contra el gobierno del conservador histórico José Manuel Marroquín.

Acérrimo defensor de La Regeneración, fue quien más respaldó el breve gobierno de Manuel Sanclemente y sus decisiones para fortalecer el Partido Nacional y omitir cualquier tendencia política diferente.

“Caro quería acabar con el liberalismo, perseguirlo, exterminarlo”, afirma Javier Hernández, en relación con dicho “pensamiento antiliberal” que profundizó el descontento del partido rojo hacia el conservatismo gobernante, en especial de parte de los seguidores de Uribe Uribe, que ya se estaban armando cuando apenas comenzaba el gobierno Sanclemente.

Próspero Pinzón, ‘el Héroe de Palonegro’: comandó al ejército del gobierno Sanclemente en la batalla de Palonegro (Mayo de 1900, Lebrija, Santander), una de las primeras y grandes victorias conservadoras, que debilitó notoriamente al ejército liberal y luego de la cual aparecieron las primeras guerrillas liberales. También fue Ministro de Guerra del gobierno Marroquín y director de operaciones militares en el Atlántico. Murió en medio de la guerra, pero no en combate, sino por un ataque de fiebre el 1 de enero de 1901.

Benjamín Herrera: miembro del Estado mayor del ejército rebelde liberal y uno de los más sobresalientes estrategas militares durante la Guerra de los Mil Días.

De acuerdo con Santos Molano, la gestión de Herrera fue clave para dar por terminado el conflicto. Fue uno de los iniciadores del proceso de paz mediante una carta enviada, el 12 de septiembre de 1902, al gobernador de Panamá (entonces departamento de Colombia), Víctor Salazar, con las bases para el armisticio. El 15 de octubre envió una nueva misiva “con propuestas concretas de paz” y 3 días después se integró a las conversaciones que se adelantaban a bordo del acorazado Winsconsin (de la flota estadounidense) en Panamá, donde se firmó el tratado que dio fin oficial a la guerra el 21 de noviembre.

Ramón ‘el Negro’ Marín: comandó la guerrilla liberal del Tolima, una de las más sobresalientes dentro de la guerra. Su figura inspiró la creación de múltiples guerrillas liberales en varias zonas del país, como Boyacá (al mando de José Francisco Acevedo), la costa Caribe, Cauca, Antioquia y La Guajira.

Estos grupos armados insurgentes fueron “el gran fenómeno de esta guerra y surgieron en forma espontánea y en todas partes, y no dependían ni de los jefes supremos ni del Estado mayor”, dice Enrique Santos Molano, quien recuerda que hasta el mismo Uribe Uribe las descalificó y las tacho de “atajo de bandidos”. 

El 10 de septiembre de 1902, Marín capituló en el Tolima, lo que significó un paso importante para dar por terminada la guerra, dos meses después.

Del lado conservador, menciona Javier Hernández, no se habla propiamente de guerrillas dentro de la Guerra de los Mil Días, pero sí se podrían mencionar “sectores civiles afectos al Gobierno que enfrentaron, en la medida de lo posible, esos brotes de guerrilla (liberal)”.

Mujeres protagonistas: en la Guerra de los Mil Días no hubo mujeres con un protagonismo similar al de los hombres, pues el papel de las que se cuentan en este conflicto fue de apoyo logístico y de combate (no en altos mandos), según reseña el historiador Carlos Jaramillo Castillo en ‘Las juanas de la revolución: el papel de las mujeres y los niños en la Guerra de los Mil Días’.

“De mujeres que toman las armas dentro del ejército conservador sólo conocemos el caso de Blancina Ramírez”, destaca Jaramillo, quien añade que ciertas mujeres conservadoras “hicieron significativa presencia al lado de los cuerpos regulares” y en algunos casos constituyeron “efímeros pelotones”.

En el caso de mujeres conservadoras “que actuaron como irregulares” (por fuera del ejército oficial), el autor menciona a Virginia Huertas, Mercedes Muñoz, Albina Campana y Mercedes Lucero, entre otras.

En el liberalismo, agrega el también politólogo, sí hubo “mujeres que asumieron como oficiales la conducción de tropas en los cuerpos regulares del Ejército Restaurador”, como Candelaria Pachón, Ana María Valencia (abanderada del batallón Pamploma) e Inés Melgar (segundo jefe del batallón Gaitán de Panamá).

En las guerrillas liberales, reconoce el autor, también hubo presencia femenina en la base de la organización militar con nombres como el de Natalia Galindo, Ercilia Zorrillo, Luisa Guzmán, Rosa Vera, Rosaura Rodríguez y Diogracias Charcas, “entre cientos de otros nombres que nadie se ocupó de conservar”.

REDACCIÓN CANAL INSTITUCIONAL.